Camboya es uno de esos grandes desconocidos del Sudeste Asiático. Su historia, con luces y sombras, ha estado acechando a todo aquel que quisiera viajar, permitiendo únicamente a los más atrevidos recorrer este país. Sin embargo, es un lugar con muchas posibilidades, y los que pueden llegar a verlo recordarán siempre esta experiencia en su vida. Si te estás planteando viajar a Camboya, sigue leyendo.

Hay gente que no tiene interés por viajar. Son personas que no tienen la necesidad de conocer otros países, otras culturas y otro tipo de personas. Y es algo extraño, porque a más de uno le gustaría viajar si pudiera permitírselo. Y es que el viajar abre la mente, nos enseña, de forma inconsciente, cómo todas las culturas son importantes, y que no debemos menospreciar ninguna. Limpia nuestro cerebro de prejuicios y aprendemos, y experimentamos, y disfrutamos de los pequeños placeres. Y nos hace ver cuán afortunados somos al tener todo lo que tenemos en casa.

El gran desconocido de Asia

Camboya es uno de esos países que están marcados por su historia. La verdad, todos lo están, en mayor o menor medida. Y como todas las historias, hay luces y sombras, aunque en este caso, están más acentuadas las partes oscuras. Sin embargo, en la actualidad, no hay por qué tener miedo a viajar. Las embajadas ofrecen seguridad y atención a todos los ciudadanos que lo necesiten, y si hubiera algún peligro real, no se permitiría la entrada al país. Así que librémonos de todos los prejuicios e intentemos planear un viaje inolvidable.

Viajar a Camboya puede suponer una experiencia increíble. A pesar de ser un lugar en el que hubo desastres, guerras y otros conflictos, lo cierto es que gran cantidad del paraje que queda es natural y poco manipulado por la huella del hombre. Además, la oficina de turismo de este país está a favor del Turismo Responsable, una modalidad que poco a poco va siendo conocida, y en el que disfrutaremos de unas vacaciones de lo más naturales.

Turismo Responsable

El Turismo Responsable se caracteriza por ser una modalidad de viajar distinta al resto. Promueve ciertos valores que son de lo más lógicos, aunque no habituales. Lo que intenta este tipo de turismo es que el país, gracias a sus visitantes se desarrolle económicamente, para que no haya tantas desigualdades entre diferentes áreas del país. Así, se intenta disminuir la pobreza en aquellos lugares donde es una situación habitual e insostenible, con el valor añadido de cuidar aquellos paisajes naturales, y realizando actividades turísticas que causen el menor impacto ambiental.

De esta forma, el Turismo Responsable ayuda a las comunidades locales, ya que un gran porcentaje se dedica a colaborar en las actividades turísticas, tanto hombres como mujeres. Gracias a estos ingresos que producen en microempresas o trabajando al servicio de las empresas turísticas, gran parte de las familias consiguen sobrevivir y mantener un nivel de vida mejor que el de la mayoría de la población camboyana.

No sólo existen guías locales, conductores, o acompañantes, sino que también proveen de alojamiento a los distintos turistas si fuera necesario, en pequeñas posadas u hostales rurales que cumplen todos los requisitos de higiene, y que permitirán vivir la vida real de estas personas. Este tipo de experiencias son de lo más educativas, y suponen una limpieza para la mente de las personas también, porque se aprende a valorar un tipo de comodidades que tenemos en nuestros hogares, de los que allí carecemos: el agua caliente de la ducha, o el mismo grifo; tener una nevera llena, o poder comerse un yogur cuando queramos. Jugar con nuestros hijos, o enseñarles a leer. Si hacemos un turismo responsable, ayudaremos a que las personas nativas puedan hacerlo también.

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Fuente de imágenes: lilanporelmundo, eltrajeyelmundo

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