Aung San Suu Kyi, conocida simplemente como La Dama por los birmanos y como la Mandela de Asia fuera del país, está a punto de recobrar la libertad. La orden ha sido firmada la víspera de que expiré su último arresto domiciliario. Sus seguidores esperan que pueda abandonar este sábado la casa donde se encuentra incomunicada en Rangún (Yangón), la principal ciudad del país.

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La premio Nobel de la Paz podrá abandonar su encierro ocho años después de su última detención. La intención de Suu Kyi es retomar su actividad política cuanto antes a pesar de que su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), ha sido ilegalizado y gran parte de sus colaboradores continúan en prisión. Al menos otros 2.000 presos políticos siguen encarcelados en manos de uno de los regímenes más represores del mundo.

La opositora birmana ha pasado 15 de los 21 últimos años bajo arresto domiciliario después de que regresara a su país en 1988 para liderar la resistencia contra la dictadura.

En las elecciones de Noviembre de 2010 el Partido de la Unión Solidaria y el Desarrollo (USDP, en sus siglas en inglés), que tiene 18 millones de miembros y cuenta en sus listas con 27 ministros de la Junta, que han colgado el uniforme para presentarse como candidatos, se ha alzado con la victoria de las elecciones amañadas del domingo. Puedes ver más información sobre los resultados de las elecciones en este artículo de El Pais

Biografía de Aung San Suu Kyi

Nacida en Rangún, el 19 de junio de 1945, es hija de Aung San, héroe nacional que firmó en 1947 el tratado de independencia con el Gobierno británico antes de ser asesinado. Tras diplomarse en Oxford, trabajar en la Secretaría de las Naciones Unidas y ser profesora en la India, Aung San Suu Kyi regresó a Birmania en 1988 y participó en el “segundo combate en pro de la independencia nacional”. Este combate se inspiró en el ejemplo pacífico de Gandhi y en su fe budista, que le llevó a propugnar una “revolución del espíritu que se manifiesta mediante el reconocimiento de la necesidad del diálogo y la compasión por los más humildes”. A pesar de estar arraigada en la tradición birmana, supo evitar las manipulaciones nacionalistas basando su lucha en “los principios sagrados de la moral”, insistiendo en la necesidad de reconciliar a las etnias de su país, profundamente divididas.

En 1989 fue sometida a arresto domiciliario en Rangún. Asumió la dirección de la Liga Nacional para la Democracia, que ganó las elecciones en 1990 por mayoría aplastante. Como las autoridades militares se negaron a tener en cuenta este resultado, su partido no pudo formar un gobierno civil. Aung San Suu Kyi, sujeta a estrecha vigilancia, prefirió permanecer al lado de su pueblo dando testimonio de su fe en “la idea del bien y de lo justo”.

Recibió sucesivamente el Premio Thorolf Rafto de defensa de los derechos humanos y el Premio Sájarov de libertad de pensamiento.

Reconocida como prisionera de conciencia por Amnistía Internacional, su propósito de que el drama birmano no cayera en el olvido fue recompensado el 14 de octubre de 1991 con el Premio Nobel de la Paz gracias al cual dio a conocer su combate al mundo entero rechazando el exilio que se le proponía a cambio de su silencio.

En 1992 el Premio Simón Bolívar recompensó el combate de una mujer visionaria que combina el idealismo y el pragmatismo ilustrado siendo consciente al mismo tiempo de que otros movimientos similares en Asia se han inspirado, en la lucha pacífica de la Liga.

En 1995, las presiones ejercidas por los Estados Unidos condujeron a su “liberación” (por poco tiempo) de su residencia y ella se dirigía cada fin de semana a una muchedumbre atenta a su mensaje de aliento antes de que las manifestaciones estudiantiles provocaran la represión, la detención de dirigentes de la oposición y el establecimiento de un bloqueo en torno a su domicilio.

Sometida de nuevo a arresto domiciliario en 1996, rara vez ha podido recibir visitas, aunque consiguió enviar a las Naciones Unidas algunos mensajes grabados que denuncian el empeoramiento de la situación de los derechos humanos en su país, pidiendo a la comunidad internacional que conceda la prioridad a los derechos políticos de la Liga Nacional cuya dirección sigue asumiendo.

La Junta de gobierno que mantiene el poder en su país, no ha ahorrado las invitaciones de exilio a la reclusa, jugando con el elemento de la separación familiar, como una manera rápida de deshacerse de ella. Un capítulo de esta táctica de acoso psicológico sucedió cuando su esposo, Michael Aris, murió de cáncer de próstata en marzo de 1999, sin volver a ver a su mujer, esperando la visa que el gobierno birmano nunca le concedió. Otro capítulo sucedió en abril de 1999 cuando al hijo menor, Kim Htein Lin, se le permitió reunirse con su madre por unas horas en el aeropuerto de Rangún.

Se encuentra en arresto domiciliario desde 2003. En septiembre de 2007 fue trasladada a un nuevo recinto penal debido a las manifestaciones que se realizan en todo el país exigiendo democracia.

El 3 de octubre de 2009 se reunió con la junta militar para dialogar por primera vez en la Casa de Huéspedes del Estado en Rangún, un día después de que una corte rechazara la apelación que la activista había hecho contra su sentencia de 18 meses de prisión por violar los términos de su arresto domiciliario.

El 25 de enero de 2010[4] se filtró un rumor según el cual el Ministro de Interior birmano, el Mayor General Maung Oo, habría comunicado en una reunión privada de dirigentes locales que Suu Kyi sería liberada en noviembre del mismo año, un mes después de las elecciones generales.[5